José Clemente Orozco
No es sólo pionero de uno de los movimientos más complejos en la historia de México: el muralismo; es el artista comprometido con su obra creadora, dispuesto y emergente quien retrata en su trabajo más que espectaculares ideas. En el texto Ocultación y descubrimiento de Orozco, Octavio Paz habla de éste como artista, de su obra, sus ideas y su ideología.
La obra de Orozco puede ser vista como un testimonio, un fiel recuerdo de los sucesos que contextualizaron sus óleos, dibujos, grabados, caricaturas y acuarelas. Obras con fuerza, violencia y crueldad, con lástima, sarcasmo y compasión; pues el autor, Clemente Orozco, ofrece al espectador su propia visión de los hechos, su comprensión, su realidad, su empatía moral, sus valores y su compromiso con la obra.
En el texto antes citado, Paz habla acerca de la intención del discurso no como un elemento para desvalorizar a otros muralistas pioneros de la pintura monumental en México, sino como un medio para devolver al muralismo mexicano su riqueza e intención original, ir más allá de lo común, conocer su complejidad y enigma histórico, pues más que admirar y elogiar a José Clemente Orozco, se trata de entender y valorar qué es lo que hace único a este artista nacional.
Lo heroico de Orozco se manifiesta con su obra subversiva, en el cambio de oficialismos, de estructuras históricas y con la revalorización de la realidad humana al colocar al hombre como el victimario, al mismo tiempo víctima, para provocar en el espectador sentimientos encontrados. “Pintura que nos conmueve y que, además, nos hace reflexionar sobre el enigma que es el hombre, cada hombre”.[1]
La obra de Orozco es vasta, grande y diversa, pero siempre fiel. El artista experimentó mucho y sus diferentes creaciones son testigo de ello, pero nunca abandonó su línea de trabajo; incluyó elementos y la enriqueció más, pero no dejó de lado su visión profética de las cosas.
Según Octavio Paz, la historia del arte puede ser concebida desde dos perspectivas: una como sucesión de estilos y la otra como sucesión de rupturas, ambas válidas porque los estilos viven gracias a las transgresiones, pues cada una es el fin de un estilo, pero el inicio de otro: la obra de Orozco como una obra expresionista con la posibilidad de que el autor no lo supiere.
En diversas obras del muralista mexicano se observan influencias artísticas de pintores europeos, pues se cree que Orozco recogió la tradición, la usó para sus fines y la transformó.
La influencia Bizantina, la de Goya, el Greco, Miguel Ángel, Masaccio y Toulose-Lautrre le ofrecieron a Orozco un nuevo lenguaje que asimiló, controló, transformó y recreó, para dar como resultado un artista completo y universal. También es importante la influencia filosófica, política y estética del Círculo Délfico sobre Orozco, pues de ella viene el carácter simbólico y hermenéutico que el muralista da a su obra.
El verdadero tema de Orozco no es la historia, como muchos artistas de su época la representaban, sino la revelación: lo que está detrás de ella. “La historia no es para él una épica con héroes, villanos y pueblos, un proceso temporal dotado de una dirección y de un sentido; la historia es un misterio en la acepción religiosa de la palabra…” [2]; es decir, Orozco no cuenta, no relata, tampoco hace interpretaciones: él busca en los hechos una revelación interrogándose acerca de ellos. A pesar de que la historia es un tema central en la obra de Orozco, él no la concibe como hechos de sucesión temporal, sino como algo que se queda a prueba debido a la transfiguración.
Orozco propone al hombre como tema central en la época moderna, a la que observa y retrata como una realidad que sufre cambios, es contradictoria y temporal, sin dejar los cánones que se repiten a lo largo de la historia del ser humano. A inicios del siglo XX, el contexto en el que Orozco se desarrollaba era el punto central de revoluciones y daba pie a luchas ideológicas en México y todo el mundo. En sus pinturas hay grandeza y horror, muertes, saqueos, trampas, traiciones, etc. Cabe mencionar que Orozco también retrata a un pueblo que hace la Revolución, cuyos líderes lo olvidan cuando alcanzan el poder. Muestra una humanidad deshumanizada, enajenada, que victimiza y es víctima.
Para hablar de la ideología en el trabajo de Orozco cabe mencionar un ejemplo: en el siglo XX el mundo vivió grandes momentos, y la ideología es la protagonista de todos ellos; guerras entre naciones que causaron miles de muertes, crisis, desesperanza y, por supuesto, ideas, obras, interpretación y empatía por parte de Orozco.
Un ejemplo importante es El carnaval de las ideologías, en ella Orozco retrata de manera explícita la ideología nazi: el hombre daña al hombre. Un mural en el que la religión, el sistema económico y los ideales de una sociedad enajenada están plasmados.
A propósito de esto, Octavio Paz menciona en su ensayo: “Por primera vez somos contemporáneos de todos los hombres”. Es importante tener cuidado con esta frase, pues guarda varias lecturas. La escribió en torno al tema del progreso, sobre un país que renacería con la Revolución Mexicana, pero no fue así; los sueños de los revolucionarios cayeron cuando las creencias y la idealización de un país más justo se derrumbaron. Fue entonces cuando México se hizo parte de un mundo de desesperanza, movido en un proceso circular: producir para consumir, consumir y de nuevo producir; un mundo de dictaduras y regímenes militares con procesos de deshumanización presentes. Orozco dice: “Ya somos modernos porque somos ciudadanos de edad mecánica e ideológica. Somos los mutilados del ser”. [3]
La pintura de Orozco está llena de contradicciones que no lo son, pues trabajó con una visión simbólica de la historia y de la realidad humana. Los símbolos que usó representan la tradición a través de su interpretación. Le da color, proporción, impacto y rostro a su obra para mostrar la transfiguración de la realidad humana en forma e ideas.
Para Octavio Paz, Orozco no es sólo el artista: es el mexicano muralista, creador, imaginativo, inventivo, auténtico, audaz y fresco que aportó a México un legado impresionante de obras. ¿Qué hubiera hecho con algunos años más de vida? Se preguntó, Paz. José Clemente Orozco es un artista que debe ser valorado, además de por su obra, por lo que representó en México dentro de su espacio-tiempo.
José Clemente Orozco no es sólo un muralista, es un icono de la cultura mexicana para el mundo quien contribuyó a que el arte monumental fuera valorado y considerado como tal. Un artista que interpretó, y a partir de eso: comunicó. Valora el hecho, lo transforma, le da vida, color, luz, textura y lo hace digerible para un auditorio siempre dispuesto a aprender más acerca de la cultura mexicana o que, como Paz, busca explicarse los hechos, porque él es el manifiesto histórico mexicano.
Orozco por siempre.
[1] Paz, Octavio. Ocultación y descubrimiento de Orozco. In México en la obra de Octavio Paz. Tomo III: Los privilegios de la vista, 285-319. Mexico City: Fondo de Cultura Económica, 1987. [2] Paz, Octavio. Ocultación y descubrimiento de Orozco. In México en la obra de Octavio Paz. Tomo III: Los privilegios de la vista, 285-319. Mexico City: Fondo de Cultura Económica, 1987. [3] Paz, Octavio. Ocultación y descubrimiento de Orozco. In México en la obra de Octavio Paz. Tomo III: Los privilegios de la vista, 285-319. Mexico City: Fondo de Cultura Económica, 1987.









